miércoles, julio 04, 2007

Mujeres y paz


Cada vez que una mujer es nombrada para ejercer un cargo público de relevancia, nos preguntamos si el sexo femenino es más sensible y proclive a valores como la solidaridad, la empatía y la paz. Es una posibilidad que se ha comentado ante la llegada a la presidencia de sus respectivos gobiernos de mujeres como Michelle Bachelet o Angela Merkel. La misma duda ha emergido ante la constitución del colectivo Ahotsak, formado por mujeres de distintas sensibilidades políticas que tienen en común el deseo de avanzar en el proceso de paz.

Estas intuiciones chocan con la idea de que hombres y mujeres somos iguales, y con la evidencia de que las mujeres no somos un colectivo -sino más de la mitad de la población mundial- homogéneo ni en cuanto a valores ni a ideología. Podemos atender también a elocuentes ejemplos a lo largo de la historia como Margaret Thatcher, Golda Meyer y, hoy, Condolezza Rice. Yo no tengo clara la respuesta pero creo que donde las mujeres pueden apòrtar sensibilidad no es en el poder, porque la idiosincrasia de quien quiere ser poderoso creo que es la misma en ambos sexos, sino desde la sociedad civil, que además es el ámbito de acción que me interesa.

De todas formas, escribo esta entrada porque he encontrado una respuesta posible que me ha convencido. Os pego un extracto del artículo Protagonizar la paz: Un desafío para las mujeres, escrito por Carmen Magallón:

Las que pertenecen a la Asociación Nacional del Rifle, en EEUU, poco comparten con las integrantes de la Coalición para el Control de Armas de Australia. (...) Si algo comparten las mujeres del mundo es el haber sido socializadas de un modo diferente a los varones, el haber sido objeto de una norma diferente a la del varón. Esta doble norma produce una división de las actividades y formas de vida de unos y otras que rige de un modo obligatorio en las sociedades tradicionales y de forma más débil o sutil en las sociedades liberales. La norma de las mujeres ha conllevado la exclusión del mundo público, de la toma de decisiones, lo que justifica el que, aún en sociedades en las que ya hay una igualdad ante la ley, todavía se arrastra un poso de extrañeza, una ajenidad ante las instituciones y las dinámicas que fueron construidas a la medida del varón. Y si ante algo la exclusión nos convirtió en extrañas, es ante la lógica de la guerra y la violencia (...) pese a ser capaces de ejercerla.

Una explicación plausible es que (...) nuestra experiencia corporal y normada ha tenido la vida como eje central. (...) Una mujer siempre sabe lo que cuesta una vida y que es más fácil destruirla que crearla. Traer vida al mundo cuesta a las mujeres que deciden ser madres sudor, angustia y a menudo, cuando las condiciones sanitarias son inadecuadas, como sucede todavía en muchos lugares del mundo, la muerte. Pero lo que cuesta sobre todo, más que dar la vida es cuidarla: tiempo y esfuerzos invertidos en la crianza y el cuidado de los seres humanos, que ya sabemos están a cargo mayoritariamente de las mujeres. Esto, efectivamente, no concede a las mujeres ninguna virtud ni mayor piedad o menor crueldad pero sí un mayor conocimiento de lo que significa destruir una vida humana.(...)

Por su experiencia de exclusión y por la dedicación al cuidado de la vida humana, son muchas las mujeres que deciden unirse, organizarse y protagonizar iniciativas para impulsar la paz. Un empeño que no es nada fácil. En sociedades marcadas por la búsqueda de la igualdad acrítica, pueden acusarte de asumir los estereotipos que la tradición patriarcal asignó a las mujeres. Quienes así piensan están primando una libertad para las mujeres marcada por la necesidad de demostrar constantemente que podemos hacer lo que siempre hicieron los hombres, una libertad que acaba por no ser tal. Porque las mujeres no tenemos por qué demostrar nada. Ser protagonistas de la paz es una opción coherente con nuestra experiencia civilizatoria de cuidado, pero es una opción libre. No todas las mujeres la eligen, ni tampoco todas las feministas. No obstante, anima a tomarla saber que quienes lo hacen logran en muchos casos mayor autoridad ante la comunidad y avances insospechados, avances que la política instalada en los viejos esquemas de rivalidades ideológicas, partidistas y de bandos, no siempre es capaz de alcanzar.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

complicado tema...

no me ha quedado muy claro cual es tu postura ante esto (supongo que no lo tienes del todo claro) pero a riesgo de que alguna se me cabree yo he de decir que no estoy de acuerdo con el artículo.

Para empezar eso si, decir que como bien has dicho ni el hombre ni la mujer pueden aportar sensibilidad en el poder puesto que este se basa en estar por encima de los demas lo que parece tener poco que ver con la sensibilidad.

Y respecto a que la mujer se ha visto desplazada del terreno de la violencia es cierto en parte. Pero yo pienso en la entrañable figura del sentimiento maternal. Es una arma de doble filo, tan pronto nos puede parecer hermoso una madre cuidando de su hijo como nos puede parecer perverso la madre de un nazi o un violador saliendo en pro de su hijo.
Eso es una idea que se me ocurre a bote pronto: la irracionalidad del sentimiento protector de una madre en ocasiones.

Otro aspecto es el hecho de que a pesar de que la mujer es menos guerrera y en parte menos competitiva que el hombre, es más conservadora en líneas generales debido quizás a su papel de protectora de las crías y escasa fuerza física (eso no digo que este bien, digo que es lo que ha habido siempre)
De esta forma la violencia seguiría ejerciendose simplemente asumiendo otro rol: en vez de ejercer la violencia la reclamo.
esto históricamente ha sido asi y de hecho en nuestro pais la izquierda se opuso en parte al sufragio femenino puesto que pensaba que el voto de la mujer sería principalmente de derechas

en fin, que despues de esta empanada mental sólo se me ocurre decir que la paz llegará cuando el último soldado haya caido...jeje, hoy toca pesimismo :P
Salud!

SyrianGavroche dijo...

Sinceramente el rollo mujer=sensibilidad me parece una memez como también me parece absurdo intentar adaptarlo para que no sea tan "antiguo", Golda Mayr fue tan "eso" como Sharon o como Rabin (ese tio tiene un nobel...manda****). Margaret Tatcher montó el cristo de las Malvinas y Blair lo de Irak...


Porfa plis... somos iguales... El concepto de mujer sensible es un insulto para ambos sexos, para las mujeres es un insulto porque es un argumento que esgrimen los/las machistas (son peores las) para justificar que la mujer no puede tener responsabilidades porque claro, no es capaz de controlar sus sentimientos y piensa con el corazon. Es también un insulto para los hombres porque hablando de mujer sensible parece que los hombres somos una manada de hijos de la grandisima, que tambiés tenemos nuestro corazoncito!!!


Digo yo...jejeje



Un saludo!!!

June Fernández dijo...

Mi postura, Tico, es que no lo tenía claro pero la propuesta de esta autora me ha convencido. Parece que ésto va a ir de guerra de sexos porque no estoy nada de acuerdo con vuestros comentarios y el tuyo hasta me ha cabreado un poco.

Yassin: mujeres y hombres no somos iguales porque nos han educado sobre valores diferentes. Creo que en vez de empeñarnos en erradicar esta diferencia tenemos que aprovecharla, contagiando al otro sexo de lo positivo. Nosotras podemos aportar la sensibilidad, la solidaridad y la capacidad de cuidar al otro que nos han inculcado, y vosotros tal vez la mayor ambición, liderazgo o lo que sea.

Que las mujeres sean sensibles no es un insulto porque pensar con el corazón sea irracional. Esta es una idea que se ha metido en la cabeza. Lo que habría que hacer es presentarlo como algo positivo que los hombres pueden adquirir porque no es cuestión de genes sino de educación.

Y lo de que somos más conservadoras por protectoras de las crías... Para empezar, me repatea este rollo naturalista de apelar al instinto animal. El ser humano es omnívoro y a mi de vegetariana me va super bien. Las personas nos construimos a nosotras mismas, que para eso tenemos inteligencia, sentido de la ética, consciencia y todo eso.

No veo la relación entre apreciar la vida por tenerla más presente (que es lo que defiende la autora) y ser conservadora. Lo que pasa es que si a una se la inculca que solo sirve para estar en casa y cuidar al resto no le sale la vena revolucionaria. Si piensas que hoy entre dos personas que hayan crecido bajo las mismas condiciones la mujer es más conservadora por instinto, mal vamos. Lo de la República no fue algo de genética sino que se debía a que la iglesia católica ejercía una mayor influencia sobre las mujeres.

Cristina dijo...

Después de vuestros comentarios tan meditados yo apenas sé qué decir. Hombres y mujeres somos distintos. Estoy con lo que dices tú June. En lugar de empeñarnos en ser iguales hemos de compensar aquellas cosas que nos benefician a ambos sexos. Me siento feliz de ser mujer y creo que las mujeres somos las que podemos cambiar y mejorar el mundo. Sólo eso.

Anónimo dijo...

Os recomiendo "Cuestión de éngasis", de Susan sontag, publicado por Alfagura. En uno de sus artículo sobre fotografía habla de la "cuestión de la mujer" y pone sobre la mesa cuestiones como la siguiente: a un hombre se le considera modelo de la humanidad, a una mujer solo como modelo de las mujeres. Da que pensar, ¿verdad?

Anónimo dijo...

Perdón: "Cuestión de énfasis".

Álvaro dijo...

Puff.. yo no me meto que acabo mal con June....jeje

Anónimo dijo...

Yo pienso que hay mujeres pacícifas y hombres pacíficos como al contrario. Sería muy complicado elaborar un estudio sobre quién es más pacífico. Eso sí, parece que las mujeres son más pacíficas.