viernes, septiembre 21, 2007

Mar de fueguitos


Estos días de crisis y reflexión he releído millones de veces este cuento de Eduardo Galeano que, además, da nombre (Mar de fueguitos) a uno de mis programas radiofónicos preferidos, que quitaron de Radio Euskadi y ahora mantienen valientemente y casi seguro que sin sacar beneficio alguno, en una radio libre.

Me gusta por un lado por algo que siempre he pensado y que también me lo dijo una persona especial para mí hace poco: no hay nada más transformador y radical que, por encima de las etiquetas y las grandes causas, creer en lo que podemos hacer las personitas. Por otro lado, en este momento me hace pensar mucho sobre qué tipo de fuego soy y si acaso no me estaré apagando... Pero lo bueno es que estoy más animada que nunca a arder la vida con ganas, y a encender y a dejarme encender por esas personitas maravillosas que me rodean (rodeáis).

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.

A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.

—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.

No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.



Nota: ¿Alguien sabe por qué desde hace meses no puedo cambiar los colores de las letras ni la alineación?
Nota 2: Por si no lo habéis visto, al final de la columna derecha he insertado uno de esos cuadros que permite ver el último post de cada uno de los fueguitos que me tenéis ilusionada. Espero que sirva para hacer un mar más grande y rico.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

no he leído este cuento de GAleano. Me encanta este escritor uruguayo. Tomo nota para leerlo.

un beso

Anónimo dijo...

Yo aprecio tu fuego en la intensidad de tus posts y de tus comentarios, que me indican tu fuerza y tu viveza. No temas, no te apagarás fácilmente. Biquiños.

Anónimo dijo...

Del cuento de Galeano, me quedo con una idea: "subir al cielo para ver el mundo", es decir tener un extrañamiento con nosotr@s mism@s, sorprendernos con lo que somos y hacemos...y tener tiempo para pensar si el fuego vivo o bobo, es el nuestro, o si por el contrario alguien nos lo asignó sin consultarnos. De ser así, podemos cambiarlo, reforzarlo o asumirlo...Porque la libertad es quien más alimenta los fueguitos...al menos el mío.
Besos humildes de un fueguito amigo.

Anónimo dijo...

Hola June:

Cuando he leído lo de "fueguitos" y "personitas" pensé que el post lo había escrito Ned Flanders...jeje

Claro que todos brillamos con luz propia lo que pasa que a algunos les falta eso mismo, luces. Pero bueno...jeje

A animarse, ¿ok?

Un saludo

JLuis dijo...

Pues si, se a que te refieres con ese miedo a apagarse, pero te aseguro que es de lo más saludable... el miedo digo.

De todos modos yo diría que lo tuyo es más de llama viva e incombustible (¿se puede ser fueguito incombustible?)

Precioso cuento. Un abrazo.

June Fernández dijo...

Gracias a todos.

JLuis, ¡me ha encantado lo del fueguito incombustible! Ojalá tengas razón.

Matía, ¿por qué te da por recurrir a la ironía con una entrada dulce y sentimental? Te lo tienes que mirar, ¿eh? Pero gracias por los ánimos.

Itsaso dijo...

habra que encenderse pues!