
Ayer voté, así que ya puedo decir con la cabeza bien alta que soy demócrata. Lo digo con cierta ironía porque no me dejan de hacer gracia esas personas que se sienten con superioridad moral por echar una papeleta cada cuatro años, frente a quienes eligen otras formas de transformar la sociedad. Dicho ésto, ahí van diversas reflexiones desordenadas ante este señalado fin de semana:
- Lo dicho: respetemos la abstención crítica como una opción tan legítima en democracia como el resto. Conozco a personas que dedican gran parte de su vida, energía e ilusiones a trabajar por los derechos de la población inmigrante, de las mujeres, de los gays y lesbianas, por la salud del planeta. Personas que apoyan todas las causas justas, que difunden cada día las injusticias, que intentan convencer de que otro mundo es posible y necesario, que denuncian los efectos del neoliberalismo, que son coherentes y sinceras con sus principios aunque les lleve a ser estigmatizadas como "antisistema"...
Esas personas que el domingo no votarán porque no hay ninguna opción con la que se identifiquen o porque quieren reflejar su desencanto con una llamada democracia representativa en la que ni pueden decidir nada ni se sienten representadas por los dirigentes políticos, me merecen más respeto que las que sólo se mueven del sofá para legitimar las mismas políticas de siempre.
En mi caso, el año pasado opte por esa abstención crítica. Este año creo que es positivo que una fuerza de izquierdas influya, por poco que lo haga y aunque no sea el partido de nuestros sueños. Además, en Euskadi la izquierda abertzale se apuntaría mi abstención, y eso no me mola. Me identifiqué bastante con
la última columna de Almudena Grandes, aunque yo tampoco es que esté encantada de la vida con mi voto.
- Más de una vez he manifestado en este blog mi descontento con todos los partidos políticos, pero lo cierto es que me apenó mucho la previsión de que Izquierda Unida se quede sin grupo parlamentario propio. Cada cuál que vote lo que quiera, pero animo a no caer en la estrategia del PSOE de llamar al voto útil. Cuando logre la mayoría absoluta (para gobernar cómodo, sin presiones de la izquierda) o pacte con la derecha, igual pensaréis que vuestro voto no fue tan útil. Un bipartidismo aún más salvaje que el actual me parece un panorama realmente desolador.
- Este año hemos tenido la mala suerte de que las elecciones se celebren el 9 de marzo, el día después del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, y para mí fecha mucho más importante que cualquier cita electoral. En varias provincias, como Madrid, se ha utilizado el argumento de la jornada de reflexión para prohibir las manifestaciones. Como siempre, en este país se confunden la defensa de los derechos humanos con el politiqueo. Animo a ignorar la orden y salir a la calle el sábado, que es cuando toca. En cambio, los políticos no han tenido reparos en utilizar el 8-M y las reivindicaciones feministas para rascar votos. Ningún candidato priorizó la violencia machista en sus campañas hasta que no fueron asesinadas cuatro mujeres en un día. Sin embargo, esta semana pocas instituciones han renunciado a manifiestos a favor de las mujeres claramente electoralistas.
- Le llaman sufragio universal, pero no lo es, porque millones de personas no podrán votar por ser extranjeras. Ante ello, han surgido iniciativas como
Vota por mí: se propone que las personas autóctonas que no vayan a votar den en adoptción su voto a una inmigrante sin ese derecho. Gracias, Migra.
La viñeta, de Forges, la pongo porque me ha hecho gracia.