lunes, febrero 09, 2009

Salud femenina = neurosis. Salud masculina = silencio


Mirad diez minutos de anuncios en la televisión. Contad los que están protagonizados por mujeres o dirigidos a ellas. Restad los de productos de limpieza y moda. Quedaros con los relacionados de alguna manera con la salud. Seguro que han sido unos cuantos: pastillas contra los gases, cereales para favorecer el tránsito intestinal (por reproducir el eufemismo habitual), cirugía estética (nos dicen que es por salud pero va dirigido a mujeres), compresas para las pérdidas de orina, salvaslips para absorber el flujo vaginal... Yo me pregunto: ¿es que los hombres no tienen problemas de gases, estreñimiento, pérdidas de orina, de líquido preseminal ni viene a cuento convencerles de que se hagan una lipoescultura por motivos de salud? ¿O es que todo son necesidades creadas artificialmente para complicarnos la vida, minar nuestra autoestima y sacarnos los cuartos?

No quiero entrar en debates sobre los elementos biológicos o sociales que explican la mayor incidencia de estos problemas en mujeres. Lo que me interesa es comentar que la salud femenina se encuentra completamente medicalizada, para bien o para mal, mientras que la masculina es todo un misterio. En mi opinión, esto ocurre porque la cultura del cuidado está mucho más ligado al modelo tradicional femenino que al masculino. Las mujeres cuidan a los demás y se cuidan, entre otras cosas, para poder seguir cuidando a los demás. También para ser deseables y deseadas. El modelo de masculinidad prestigia más la cultura del riesgo que la del cuidado. lo cuál comporta serias consecuencias. Si queréis leer cifras que lo demuestren, echad un vistazo a la guía sobre la masculinidad de Emakunde, especialmente al capítulo sobre los problemas de género de los hombres.

Me preocupa esa parte pero, como mujer, más me preocupa la parte que me toca. Las feministas están cuestionando la nueva vacuna contra el cáncer de útero. Piensan que la clave es reforzar la prevención, en vez de meternos cada vez más sustancias artificiales. Luego están los debates sobre la anticoncepción hormonal: algunas voces nos hablan de ventajas como que la píldora previene algunos tipos de cáncer; por otro lado, leer el prospecto no es una práctica apta para hipocondriacas. Y digo yo: ¿por qué no se han desarrollado anticonceptivos hormonales masculinos? ¿Por qué se receta la píldora a todo quisqui para regular la regla, quitar granos y demás? Beatriz Preciado habla largo y tendido en su Testo Yonqui sobre la píldora como un mecanismo político y social de control de la feminidad.

Lo último que me ha hecho pensar sobre todo esto ha sido un powerpoint que liga el abuso del sujetador con el cáncer de mama. Le he visto un punto de lógica, pero poco después he encontrado diversos artículos de fuentes más fiables demintiendo esa creencia. Sin embargo, lo cierto es que el sujetador sigue siendo una imposición que pocas se atreven a cuestionar. No se trata de un elemento práctico por criterios de comodidad y estética, sino una obligación moral, un símbolo de decencia. Y se multiplican las leyendas urbanas: algunas alertan de que si no usas sujetador se te caen las tetas; otras, de que el uso excesivo del sostén debilita el pecho y hace que se pierda su capacidad de sujeción natural.

También abundan los mails sobre las consecuencias que provoca el uso de tampones y compresas tradicionales, debido a los productos químicos que les echan para blanquearlos, entre otras cosas. La información seria al respecto brilla por su ausencia. Sea verdad o no, sorprende que un invento maravilloso como la Moon Cup (una copa de silicona que introducida en la vagina recoge la sangre) sea tan poco popular. Yo hace tres meses que la uso y estoy encantada. Mediante el boca a boca, son un montón las amigas que se han apuntado. Todo son ventajas: es un sistema más ecológico, muy cómodo, más limpio, a la larga sale más barato, ayuda a conocer mejor nuestro cuerpo...

La regla es uno de los grandes tabúes de esta sociedad androcéntrica. Las mujeres escuchamos desde pequeñas mensajes alarmantes sobre los principales hitos exclusivos de nuestro sexo: la primera regla (nos va a doler; nos va a avergonzar; eso nos convierte en mujeres de la noche a la mañana; hay que ocultarla, que no se vea, que no se huela...), la primera penetración vaginal (va a doler, depende de las circunstancias nos devalúa, voy a quedarme embarazada...), el parto (dolor, dolor, dolor) y la menopausia (de alguna manera, perdemos mucho de lo que nos convertía en mujeres; sofocos y demás molestias). Estoy convencida de que todos esos estímulos negativos realimentan la parte real del asunto, ya que tanto en los dolores menstruales, como en la primera penetración o el parto, la tensión muscular agrava mucho el asunto. Respecto a la menopausia, vale que la medicina pueda resultar una ayuda, pero me niego a que un proceso natural por el que pasamos todas se trate como una enfermedad.

¿Por qué no conocernos mejor y transmitir un poco más de alegría sobre nuestros cuerpos y sus procesos? Creo que contra el androcentrismo resulta fundamental hablar de estas cosas, intercambiar y reclamar información, entender y apreciar nuestro cuerpo y su funcionamiento. Más comunicación y menos neurosis. Lo mismo digo de la salud de los hombres, donde en vez de la neurosis, reina el silencio.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

En esta sociedad, desde que somos niñas y en todos los ámbito (personal, laboral, etc.) está presente el que vamos a tener hijos, de ahí saca todo lo demás. Está presente que cualquier cosa que tenga que ver con los genitales femeninos es “sucio” de por sí, y si no, date cuenta que los niños y los hombres adultos se rascan sus genitales en público y nadie les dice nada, imagínate que una mujer se rasca sus genitales en público… ni te cuento, ¿verdad? Los hombres pueden oler mal, por el sudor, por lo que sea: es esfuerzo, está bien, casi es mejor, en cambio la mujer lo tiene prohibido: es sucio.

Efectivamente, los genitales femeninos no gozan de una injusta mala reputación. Eso es lo verdaderamente asqueroso.

Josito dijo...

Soy hombre, y estoy de acuerdo con vosotras. Creo que ha sido la religión, desde que la culpa del pecado recayó ya en la mujer, la que ha conseguido que la mujer sea considerada poco más o menos que un ser humano de segunda clase, y, aunque en occidente está superado, no así en muchos países árabes...

Anónimo dijo...

Josito, creo que lo que estamos contando, yo al menos, es sobre las mujeres que viven como nosotras, como en España, te parezca increñible o no. Lo que yo he dicho no es una generalización: es así siempre, no hay excepción. Mujeres y hombres piensan igual y tienen las mismas ideas sobre la consideracion que tienen sobre los genitales masculinos y femeninos.

No nos vayamos a otros países, qué fácil hablar de otros: veamos la viga en nuestro ojo.

entrenomadas dijo...

Me parece buenísimo este post. No he podido leer el texto de Preciado, no se me abre. Lo intento de nuevo.

Hace poco una persona en teoría inteligente me dijo que le había sorprendido la forma en la que yo escribía. Me soltó textualmente algo así, como "es tan poco femenina".
Se trata de una persona atea, moderna y joven.
Omito lo que contesté.

En un rato le envío este texto, a lo mejor empieza a pensar un día de estos. O a lo mejor es mejor que no piense. Ya no sé ni qué pensar...


Un beso,

M

chus dijo...

Sí, os imagináis un jabón para genitales en el que ponga: "Jabón para genitales" o "Jabón especial para vagina" (si existe será en la farmacia, pero no en un estante del super). Tristemente vendería poquito. Eso sí, esa es una información más clara que "Jabón íntimo". O mejor, directamente la marca con un color rosita y lunarcitos para que se distinga como producto para chicas con un escueto "gel femenino" (tela marinera).

El tratamiento social que se le da al aparato genital es de chiste, insultante e industrializado de una forma que deprime hasta la extenuación.
June, para mí esto atiende perfectamente a como el capitalismo fomenta un estado de tortura psicológica encubierta para favorecer el consumo de la mujer ("Vender es poder"). Con la sexualidad femenina no iba a ser menos teniendo como tienen, además, el trabajo hecho de hace tiempo. Fíjate cómo en la imaginería social está estigmatizado el consumo febril de las mujeres, como ente aprovisionador del nucleo familar. El capitalismo juega la baza de la desigualdad favoreciendola en pos de un mayor consumo. La mujer consume, va a las rebajas, tiene muchos zapatos, tiene muchos productos de limpieza y belleza... ya sabéis, hay que gustar para gustarse. Supongo que todo esto está relacionado con la situación de la mujer antaño. Ella era la que compraba porque el hombre trabajaba. Ahora que van cambiando las tornas comienza el asedio al hombre en los mismos términos, abriendo mercado poco a poco.
Resumen de todo lo anterior: en vez de dejar de depilarnos todos ahora nos tenemos que depilar todos.

En esta sociedad capitalista, machista y falocéntrica todas y todos tenemos que aguantar ver programas en los que se anuncian alargadores de pene, pastillas para potenciar la erección...
Es peor que no oir nada.

Veo pocos avances en ese sentido. Desgraciadamente el consumo arrasa con lo que venga, da igual que sea un niño, una vagina o tu bonita tez morena. Qué asco de verdad.

Anónimo dijo...

Abarcas demasiado temas para dar opinión sobre ellos. Me quedaré en lo que respecta a que la cultura del cuidado está más ligada al rol femenino. Coincido con eso, y añado que en televisión la imagen femenina aporta una plasticidad que no aporta la masculina. Y eso a los vendedores les enrrolla mogollón. Saludos.

chus dijo...

No entiendo bien eso de la plasticidad femenina. ¿A qué te refieres?

NáN dijo...

Hago un comentario un poco marginal.

Pero antes, además de felicitar a Magapola por lo de la viga en nuestro ojo, le llevo la contraria en una cosa: al que se rasca los huevos así a la vista de todos, aunque nadie le diga nada, muchos pensamos que es un "guarro" (no es cuestión genital, y a lo mejor habría que profundizar en ello, pero es lo mismo que quien se saca un moco).

Y ahora, al comentario marginal: me rsulta chocante (y yo también lo hago) que hablemos de "salud" cuando nos referimos a su pérdida.

Anónimo dijo...

Nán, siento decirte que los jugadores de fútbol lo hacen delatne de todas España y ninguno pensamos que son unos guarros. Evidentemente los hombres en situaciones normales en público no se hace "descaradamente", pero no lo hacen a escondidas, se ve, auqneu discretamente, pero se ve. Una mujer se va al servicio.

Anónimo dijo...

Tengo un amigo que se dedica a la publicidad. Siempre que hablamos sobre los estereotipos en los anuncios (de todo tipo, no sólo sobre los hombres y mujeres) y yo le digo que se nos venden esas imagenes y que en cierta manera nos "imponen" modelos de conducta, el me responde que ellos se dedican a vender. Que el día que venda otra manera de publicitar las cosas se hará. Y en cierto punto tiene razón. Me cabrea cuando se le echa la culpa a la publicidad, a la sociedad, al capitalismo, etc, que en el fondo no son más que entidades abstractas y es muy fácil cargar tintas contra ellas. Una especie de Ley de Godwin en todos los debates, en cuanto salen a relucir, ya no hay debate que valga.

En el tema del cuerpo de la mujer te doy la razón. Hay un tabú a hablar sobre la regla por ejemplo. Me acuerdo cuando mi primera novia me explicaba y como se reía de mi por las tonterias que le preguntaba. Pero pasan los años y te das cuenta que lo que uno aceptó naturalmente con 15 años sigue siendo grosero.

Anónimo dijo...

Soy el mismo de antes. En cuanto a la vacuna del papiloma no veo muy bien la relación entre feminismo y el que se metan sustancias artificiales al cuerpo. Desde luego que hay que hay que reforzar la prevención, pero si además hay una vacuna que lo previene mejor, ¿no?.

No sé, es como la vacuna del tétanos, hay que prevenir y evitar clavarse clavos oxidados, pero si vas a practicar deporte mejor estar vacunado.

NáN dijo...

No Magapola, si hay muchos (o bueno, unos cuantos), pero son unos guarros.

Es decir, y no quiero ponerme serio, usé la comparación con el moco porque los fluidos corporales son de uno mismo. El que se unta en ellos y luego te da la mano con una sonrisa, o parte el pan y te lo da, pues es una guarrería.

PEro ya dije que me parecía un tema de debate. No sé si detrás de eso hay una aprensión basada en un temor innato a los contagios o es un tema de educación.

Itsaso dijo...

Que bueno el post. Otro caso que me recuerda las mujeres han de ir al ginecologo los hombres no saben ni que existe el urologo.

NáN dijo...

Itsaso, ¡date tiempo!
¡ostis, antes de meter la pata, h ido a tu perfil y he visto que eres chica; pues bueno, dales tiempo!