
- Las desigualdades Norte/Sur y el patriarcado son los principales caldos de cultivo de la trata. El primero, porque sus malas condiciones económicas y sociales hacen que las gentes del Sur estén más expuestas someterse a los engaños, chantajes y amenazas de las redes de trata. El patriarcado convierte a las mujeres y niñas en víctimas preferentes.
- Las leyes de extranjería agravan enormemente el problema. Al encontrarse las puertas de Europa cerradas a cal y canto, las personas del Sur confían su futuro a redes que les prometen trabajo, billete de avión, documentación... Además, obstaculizan la identificación de las víctimas, puesto que éstas temen ser expulsadas si piden ayuda.
- No hay que victimizar a las afectadas, sino mostrarlas como sujetos con derechos que han sido conculcados, por lo que el Estado tiene que resarcirlas asistiéndolas. No por caridad sino porque es su derecho.
- Como soluciones, además de que los gobiernos apuesten claramente por promover la igualdad entre mujeres y hombres, propiciar que las propias mujeres formen grupos autoorganizados. Exigir al Gobierno español que articule una estrategia de atención integral a las víctimas (psicológica, médica, laboral...) Trabajar por reducir la demanda de prostitución y concienciar a los clientes sobre que pueden estar explotando a una víctima de la trata. En caso de que sospechen que puedan estar ante una víctima, informarle sobre sus derechos y animarle a que pida ayuda.
En fin, había más cosillas, datos interesantes y testimonios desgarradores. Pero a lo que iba es que, yo toda concienciada sobre estas cosas, me encuentro con que la flamante ministra de Igualdad se reafirma en el Plan en que a la víctima se le dará un plazo de reflexión, le llama, para que decida si coopera con la policía para denunciar a las mafias. Si decide no hacerlo, será expulsada. Es absolutamente grotesco. Una víctima tiene derecho a ser atendida sin condición alguna. Es inaceptable que se supedite su bienestar (e incluso su integridad, negándole protección) a que denuncie a quien la ha mantenido explotada. Lo primero tienen que ser las personas. Es intolerable que un gobierno, con tal de perseguir a las mafias, pase por encima de sus víctimas, se olvide de ellas o incluso las castigue. Es además completamente irresponsable. Si esa mujer expulsada vuelve a caer en una de esas redes, porque prefiere correr ese riesgo a quedarse en su país vete tú a saber en qué condiciones, el Ejecutivo de Zapatero será el principal responsable.
Una vez más, el Gobierno del PSOE prefiere limitar los derechos de las personas extranjeras para contentar a los sectores de la población que utilizan a la inmigración como chivo expiatorio de todos los males, que velar por los derechos de toda la ciudadanía sin distinciones. Si, por lo general, esa política es deleznable, cuando se trata de mujeres víctimas de la trata es el colmo.
Por último, os recomiendo un reportaje que publicó Carmen Morán sobre trata y prostitución (pego abajo un extracto). Me parece muy equilibrado, porque atiende muy bien tanto a los argumentos a favor de la abolición como de la regularización. ¿Mi opinión? Después de darle tantas vueltas al tema dentro y fuera de este blog, la he simplificado drásticamente: Teniendo en cuenta que en España alrededor del 90% de prostitutas son inmigrantes sin papeles (que no se verían beneficiadas por una regularización) ¿por qué coño seguimos hablando de abolicionismo/regulacionismo en vez de hablar de Ley de Extranjería?
"Cuando la policía irrumpe en un burdel las mujeres pueden denunciar a quienes las han reclutado a la fuerza. Si lo hacen pasan a ser tratadas como testigos protegidos. ¿Pero lo estarán sus familias en Brasil, en Rumania, en Polonia? Los golpes, las torturas y las amenazas hacen una espiral en sus cabezas. Prácticamente ninguna mujer se atreve a ir a la policía, aunque eso parezca la salida más fácil.
"Esto es como la violencia de género, que se les pide que denuncien pero no siempre lo hacen. Pero peor, porque estas mujeres han sufrido unos malos tratos tremendos. Por eso hemos pedido al Gobierno que se les conceda al menos un mes para que podamos trabajar con ellas desde un punto de vista psiquiátrico, si no, no denunciarán nunca". Así será. "Nosotros les demostramos en ese tiempo que todo es un gran negocio, que nadie les está ayudando, como les dicen", cuenta Rocío Mora, de Apramp. Pero, desgraciadamente, reconoce que cada vez es más difícil recuperar a las prostitutas porque los problemas psiquiátricos que presentan ahora no tienen nada que ver con los que había años atrás.
En Hetaira van más allá, creen que el llamado "periodo de reflexión" de 30 días no sirve. "Esas mujeres que han sido traficadas deben recibir todas las atenciones que se merecen por haber sufrido esa situación, no condicionar su estancia en España a que denuncien o den detalles sobre las mafias"."