sábado, enero 19, 2008

Popurri feminista


Alguno seguro que echa a correr al leer este título, pero es que quiero agrupar tres temas sobre género a los que estoy dando vueltas estos días (va a ser larguísimo, aviso):

1- Aborto: Creo que a nadie con un poco de sensibilidad ha podido dejar indiferente el acoso a mujeres que han abortado que se viene practicando en las últimas semanas a raíz de las denuncias de la ultraderecha. Que un policía se presente en su casa con tal brusquedad, cargándose el derecho de la paciente (que puede ser una menor a la que su padre le echa de casa; una esposa maltratada al que su marido le mata literalmente; o simplemente cualquiera que no quiere que se airée una decisión siempre difícil)a que se respete su intimidad.

Bravo por las mujeres que están realizando autoinculpaciones. Me han mandado fichas para hacer lo mismo. Podéis pedírmelas por e-mail: las mujeres para autoinculparse por haber abortado, y los hombres por haber acompañado a mujeres a abortar.

En cuanto al debate sobre el aborto, sigue sin entrarme en la cabeza cómo alguien puede pensar que la mujer no tiene potestad para decidir sobre su cuerpo y sobre cuándo ser madre. Abortar NUNCA es una decisión fácil. Dudo mucho que alguna se lo tome con frivolidad, porque es doloroso y creo que siempre provoca sentimientos de culpa y de "qué hubiera pasado si...". Y lo que más me cabrea es el transfondo machista de que una sociedad patriarcal se crea con derecho de decidir sobre algo tan personal. Y que una religión aún más machista como la católica influya en la opinión pública de manera que la vida de un embrión sea más respetada que la de una mujer. Seguimos siendo consideradas un simple instrumento (un útero con patas) para parir hombres.

Por cierto, invito al PNV, EA, Ezker Batua y Aralar (y EHAK-ANV-Batasuna) a que, ya que tanto reivindican el derecho de los vascos y vascas a decidir sobre su futuro, le pongan las mismas ganas a defender el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo (y su futuro).

2- Conquista de los espacios públicos: Ayer una amiga me contó algo que me soprendió. En unas pruebas de selección para un empleo, el único chico se lució mucho más que sus compañeras. ¿Por qué? Porque los hombres tienen un mayor dominio del espacio público, mientras que nosotras seguimos arrastrando inseguridades. Dándole vueltas, encuentro un montón de ejemplos. En la uni de las 30 personas que solíamos asistir a clase, apenas 8 nos atrevíamos a hablar en público: los cuatro únicos chicos que había en el grupo y sólo unas cuatro de las 26 chicas. Otro ejemplo: según me han contado, es frecuente que en las titulaciones donde la inmensa mayoría son mujeres (por ejemplo, el Master de Igualdad), el delegado sea hombre.

Yo misma siento que en grupos grandes soy incapaz de participar, y veo cómo los hombres de mi entorno no sienten esa inseguridad y probablemente -menos los más tímidos- no se plantean esa posibilidad de que algunas sólo nos sintamos cómodas en grupos pequeños. El sábado que viene tendré la ocasión de confirmar mi hipótesis. En un encuentro de unas 50 personas, estoy segura de que en los debates participarán muchos más hombres que mujeres, aunque nosotras seamos mayoría. Todo ésto lo digo para que los hombres (y las mujeres que no lo hayan pensado) entendáis que las desigualdades van más allá de los casos flagrantes como los malos tratos o los despidos a embarazadas: el machismo es algo estructural que nos afecta y limita en todas las facetas de nuestra vida (y a los chicos, de otra manera, también).

3- Seguridad, la calle también es nuestra: Ayer participé en una trikikalejira (pasacalles de bar en bar con trikitrixa y pandero) de mujeres en San Francisco, el barrio bilbaíno equivalente a Lavapiés o el Raval, para entendernos. Era una forma de reivindicar nuestro derecho a sentirnos seguras en nuestra ciudad, en nuestro barrio. De conquistar nuestro espacio en la calle, sin miedo o, al menos, plantándole cara. Luego, en una conversación con unas cuatro compañeras, constatamos que el miedo es algo que tenemos completamente asumido.

Todas tenemos nuestras rutinas de andar por la carretera en vez de por la acera; caminar cerca de otras personas para que parezca que no estamos solas; nos esforzamos en transmitir una imagen de seguridad en una misma; conocemos técnicas para minimizar riesgos... Me parece alarmante que la mitad de la población convivamos con ese miedo como algo inherente a nuestras vidas. Creo que es algo que urge solucionar. En ese contexto, vuelvo a alabar algo que creo que en su día comenté: el urbanismo con perspectiva de género, es decir, la tendencia de construir las ciudades pensando en el bienestar y la seguridad de todas las personas (evitando las zonas oscuras, las esquinas, haciendo aceras anchas...).

17 comentarios:

Álvaro dijo...

Hola June:

Lo del aborto es una decisión muy personal, es verdad, y puede que hasta que no te encuentres en la situaciòn de tener que decidir no saber bien lo que harías. Hablar siempre es fácl. Pero, habiendo dicho esto, mi opinión es muy clara. Si llegara el caso y una pareja mía se quedara embarazada, a mí me gustaría tener ese hijo. Estaría con ella, la apoyaría y esperaría que los dos pudiésemos dar vida a esa critaura y poder traerla al mundo y que fuera lo más feliz posible. No sé si me perdonaría negar el derecho a la vida a alguien. Me da mucha rabia -aunque respeto todas las opiniones- que haya parejas -con unos añitos ya- que deciden abortar porque tener un niño les quitaría tiempo para viajar, o salir o... No sé, me parece un poco egosita.
En cualquier caso, hay una ley y, nos guste o no, hay que cumplirla. Yo no digo que sea justa, digo que nadie se la puede saltar a la torera. Y que veo bien que se investigue a las clínicas que, de manera sospechosa e ilegal, realizan abortos que, en muchas ocasiones y dada la falta de instrumental, ponen en riesgo la salud de las mujeres. Hay mucho desalmado que piensa que de cualquier cosa se puede hacer negocio.

En cuanto a lo del espacio público, es curioso, porque yo siempre he tenido una visión contraria. De pequeño iba a un colegio en el que la mayoría eran chicas (y unos 10 chicos) y casi siempre eran ellas las que participaban, hablaban en clase y se apuntaban a cualquier actividad. Yo, que nunca estaba quieto ni callado -lo mismo que en la uni- me daba reparo muchas veces hablar porque el resto de los chicos, supongo que para creerse más hombres nunca decían nada. El tener que aparentar ser un joven que le gusta el fútbol y que es un machito también ha hecho mucho daño a esta sociedad. Vamos, que menos mal que a mí eso me da igual y a mí no hay quien me cierre la boca. Jeje

Bueno, pues aquí dejo mi opinión, que no sé si será de tu gusto...jeje

momodice dijo...

Es que has montado un batiburrillo de temas y te saldrá igual las opiniones. Creo que deberías controlar la ambición de traerlo todo, al menos el mismo día. Todo eso podrías haberlo dosificado en varios post. Digo.
Pero bueno…
A mí me ha interesado más lo que tu llamas ‘espacios públicos’.
Espacio público, qué ironía, qué sarcasmo, porque todo cuanto mentas tiene más que ver con la gestión de los espacios privados. La experiencia que cuenta Á. M. es tan absolutamente personal, como todo lo suyo, que no se puede extrapolar. Contado por él, parece tan normal, tan natural…
Pero veamos, porque quizá no me dé la razón ni a mí misma. Hace cosa de una década, cuando nos hablaban de las relaciones entre los sexos, estaba muy presente cómo se gestionaba el patio del colegio. Acaso sea porque llevo años como profesora en una Fac. que es netamente femenina y, además, ejerzo una profesión que ya hemos conquistado las mujeres, pero, si extrapolo y me llevo tu ejemplo a algo tan habitual en esta profesión como una rueda de prensa, y a asistentes tan habituales como el mogollón de niñas que las cubre, puedo llegar a concluir que los silencios tienen más que ver con la prudencia y la inseguridad que con la rivalidad entre los sexos.
Y menos mal.

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO dijo...

Tiens muchas razón en todo lo que dices. Me quedo con el tema del aborto. Otro ejemplo típico de los partidos políticos que no se preocupan de los verdaderos problemas de la sociedad. Eso sí, pedir independencia si.

Muy buen post. Entre todos debemos cambiar la sociedad machista, pero sin caer en el error de generalizar a todos los hombres.

un beso.

Anónimo dijo...

Nada que decir al punto 2, sobre los otros, sin embargo, si que tengo un ligero desasosiego.
¿Sólo la mujer debe decidir sobre si abortar o traer el niño al mundo? No me parece nada justo, es cierto que el niño lo lleva ella, pero igual que cuando nazca (si al final esa es la decisión) defendemos que deben ocuparse de la criatura los dos padres por igual, creo que en la discusión sobre si debe o no nacer el padre debe tener voz (y voto).
Y por el punto tres... No es tan sumamente grave como piensas, o al menos, las connotaciones machistas, ya que yo no soy mujer (creo) y cuando me toca pasar por la palanca (en esa zona viven Arru y una par de amigas) voy tan acojonado como puedes ir tu. Tambien es cierto que los miedos pueden ser distintos, el tuyo a una agresión sexual y el mio a que me rajen para quitarme la cartera y el reloj (he dicho pueden, probablemente también tu tengas miedo a que te levanten la cartera).

June Fernández dijo...

Trenti: Precisamente porque no sabes lo que harías hasta que no te encuentres en la situación, me parece mal juzgar opciones como la de una pareja que siente por lo que sea que no puede asumir esa responsabilidad. Respeto tu opinión, pero a mí la felicidad de las personas me parece más importante que el futuro de unas células. Y creo que el planteamiento contrario destila un rollo de sacrificio muy judeocristiano con el que no me identifico nada.

Dicho eso, creo que no tiene mucho que ver la actitud personal hacia el aborto con reconocerlo como un derecho. Es como el matrimonio gay: aunque igual no quieres casarte, quieres conquistar ese derecho porque te parece legítimo. Otro ejemplo: yo soy bastante crítica con la eutanasia. Ante la idealización de Ramón Sampedro, yo admiro más a quienes deciden seguir luchando. Aún así, creo que debe existir ese derecho. Y con el aborto, aún cuando tengo serias dudas de si abortara si me quedara embarazada, eso no quita para que quiera que quien lo desee tenga esa opción. Y hablar de egoísmos y sugerir irresponsabilidad me parece una actitud censora y paternalista.

Ya se verá qué pasa con las investigaciones, pero la mejor manera de que no haya abusos es aprobando una ley de plazos clara, por la que las mujeres no tengamos que recurrir a ese tercer supuesto a modo de cajón de sastre y no haya esa sombra de ilegalidad sobre la práctica. Si se regulara la objeción de conciencia, la sanidad pública podría hacerse cargo con más garantías. En cualquier caso, no me fío de las denuncias de una organización integrista, y que la policía vaya a interrogar a las mujeres a sus casas de esa manera me parece una falta de tacto terrible.

En cuanto a tu clase, tampoco hablo de verdades absolutas. Da la casualidad de que lo que yo cuento lo percibo en mi familia, en mi clase, en mi trabajo, en la militancia, en mis aficiones... En todos los grupos en los que me relaciono. Y por eso lanzo esa idea.

Lucía: Ya, pensé en hacer 3 post pero cuando he "bombardeado" así, los resultados no han sido muy buenos. Pero vaya, te doy la razón. No entiendo muy bien tu última idea. Las ruedas de prensa es otro de los ámbitos en los que los tres hombres que van siempre hacen preguntas y de las 20 chicas se animan cuatro a lo sumo. Pero claro, no es que haya que imitar a los hombres. Tal vez nosotras tengamos que conquistar ese espacio y ellos ser más prudentes y no sentir esa necesidad de alzar la voz siempre.

Fernando: Me alegra que estemos de acuerdo. En cuanto a lo de generalizar, siempre hay hombres que logran escapar de estas dinámicas pero, aún así, todos (y todas) conservan un cierto poso machista. Pero yo no lo critico culpando. No es cuestión de buenas y malos. Es que juntos nos liberemos de modelos impuestos y creemos otros en los que podamos crecer más, a nuestra medida, y de la mano.

Cris: Yo también achacaba mis dificultades a la timidez, pero con el tiempo, comparando a ambos sexos, he concluído que esa inseguridad está influída en parte por el género (claro que también la personalidad de cada cuál y sus vivencias son determinantes). En cuanto al aborto, creo que precisamente quienes lo censuran se escandalizan con los programas de regalar preservativos en los institutos. Y viceversa; no me cabe duda alguna de que quienes defendemos ese derecho somos las más interesadas en mejorar la educación sexual.

Txus: Desde luego que no. Creo que siempre que haya una relación en la que el hombre esté implicado (es decir, si es un polvo de una noche, ni se preocupa por usar protección y luego si te he visto no me acuerdo, no lo tengo muy claro) tiene derecho a ser parte protagonista del proceso. Y creo que tener ese apoyo es fundamental para la mujer. Imagino abortar sola, a espaldas de mi pareja, y me parece desolador y durísimo. Además, cuando los hombres se enteran resulta muy traumático.

Y me parece muy acertado tu argumento. Yo también defiendo que si pedimos una paternidad activa, no puede ser para lo que nos convenga. Eso sí, creo que el hombre tiene que entender que el proceso es más intenso para nosotras, porque sentimos ese vínculo biológico, arrastramos más culpas, y a día de hoy también más cargas, incluso cuando nuestra pareja es la más igualitaria del mundo.

La inseguridad ciudadana es algo que hay que solucionar por el bien de todas las personas. Pero me parece grave e injusto ese plus de miedo que arrastramos las mujeres. Porque, como sugieres, yo también tengo miedo al atraco con navajazo. Pero las violaciones son una forma de violencia contra las mujeres enmarcada en un contexto de relaciones desiguales. Porque, si no, sería más frecuente que hombres gays violasen a otros físicamente más débiles, ¿no crees?

Frente al navajazo por dinero, la violación se hace por el simple placer de dominar y humillar a alguien, obviando su sufrimiento o, seguramente, recreándose en él. La violación es un arma más en las guerras, por ejemplo. Y creo que es un miedo aterrador que nos puede llegar a condicionar en nuestra vida social, afectiva y sexual. Una violación es una forma de humillación brutal que a menudo viene seguida de sentimientos de culpa, de una especie de vacío, de sentir que te han robado algo, que han invadido tu intimidad de la manera más salvaje y destructiva... No me parece comparable a un atraco.

Sheila dijo...

Yo creo que el hombre no tiene derecho a decidir sobre el niño antes de nacer, puesto que solo la mujer sufrirá las consecuencias de un parto o de un aborto. Tanto el embarazo como el aborto, puede ser doloros e incluso complicarse. Pasar por eso, solo lo puede decidir quien lo sufre.

Sobre la inseguridad, no tengo estadisticas en mano. Pero puedo asegurar que todas las mujeres que conozco han tenido algún encuentro con un exibicionista.

entrenomadas dijo...

Yo estoy de acuerdo con todo lo que dices, lo he leído despacio y quizá alguna cosa podría ser discutida,pero en general me parece un estupendo post. Completo y muy claro.
Me avergüenza el acoso que sufren las mujeres, me pone enferma literalmente. Tanta hipocresía es demasiado, sobe todo cuando es un tema tan difícil y del que deben decidir sólo las mujeres, así de claro.

Un abrazo

Itsaso dijo...

Muy interesante el post. Yo no me había parado a pensar en lo del espacio publico, para mi todos somos iguales sean hombres y mujeres y creo yo que el participar o no va con la personalidad de cada uno. Yo, en general, no soy muy participativa en grupos grandes, pero se de sobra que lo que me limita es mi timidez, me siento más comoda entre gente conocida y con poca gente.

Lo que si es cierto que a veces vamos por la calle acelerando el paso y mirando hacia todos los lados y evitamos pasar por porches o zonas oscuras. O siempre preguntamos quien vuelve hacia casa a alguien que viva cerca para no ir solas. Espero que eso algún día cambie.

Anónimo dijo...

JUNE; ERES UNA VALIENTA !!
sigo flipando con los comentarios, como siempre, no quisiera entrar, pero es que me pongo...
(poco diplomática)

1) MI CUERPO ES MIO, NOS ES DE LAS LEYES, NI DE LA IGLESIA, TAMPOCO DE MI PAREJA.

2)ESPACIOS PÚBLICOS, APASIONANTE TEMA, y que sigamos pensando que es timidez...ay ay ay http://aitziber.nireblog.com/post/2007/06/04/emakumeen-partaidetza-arlo-publikoan

3)MIEDOS, me parrto que un tio piense que vamos a tener el MISMO MIEDO si paseamos por "la palanca" una chica o un chico, qué poca empatía la leche!!

MUXU HANDI BAT POLITTORI !!

Anónimo dijo...

¿Puedo hacer una pregunta educada? Bueno, quizá más de una...
Aitziber, tu cuerpo es tuyo, pero el proyecto de futuro, ¿no es de los dos?. Lo que llevas dentro lo llevas tu, pero en cuanto nazca vas a pedir responsabilidades al padre, por lo que es lógico que igual que deberes también tenga derechos (después de nacer). Podemos debatir si los derechos los tiene justo después de nacer o un poco antes (hablo del padre igual que podría hablar del niño).
Me parece necesario que se establezcan unas leyes aunque tu cuerpo sea tuyo, porque creo que incluso para el aborto en el que estan de acuerdo el padre y la madre debe haberlas. ¿Es correcto matar al niño dos horas después de nacer?¿Y diez minutos?¿y diez minutos antes?. Entiendo que debe haber una regulación al respecto, después de aclarar esto ya podemos discutir si la norma que tenemos es la apropiada o no, pero primero es necesario estar de acuerdo en que una ley es necesaria, ya que aunque a ti no te parezca bien, puede haber quien opine que igual que su cuerpo era suyo tambien lo es el niño ya nacido y puede matarlo.

Y ya en el tea personal de las alusiones y que te partas conmigo, te agradeceria que volvieses a leer mi comentario, ya que pone claramente que el miedo no es el mismo. A ver si hacemos las paces, que no me gusta que mis comentarios sienten mal simplemente por la erronea (o no) mala impresion que puedas haberte llevado de mi en otra entrada.

June Fernández dijo...

Sheila y Entrenomadas (y con ésto contesto a Aitziber y Txus): A ver, yo creo que la última palabra es de la mujer. Por lo que he dicho antes: nosotras llevamos la carga del embarazo, del parto, de la baja que supone un posible despido o no ascender, de complicaciones de salud, de ser juzgadas socialmente, etc. Pero aún así estoy de acuerdo con Txus en que es positivo hacer partícipes a nuestras parejas del proceso si queremos que sean padres implicados. Y por una cuestión de sensibilidad, que ellos también tienen sentimientos.

Itsaso: Respeto tu opinión pero me frustra. ¿Cómo puedes pensar que hombres y mujeres somos iguales si nos educan todavía de manera opuesta? Sigo pensando que si observas cualquier espacio, comprobarás que las mujeres participan menos. ¿Por que somos más tímidas por naturaleza? ¿Entonces no somos iguales, no? Crecemos con predisposiciones diferentes. Las mujeres (en general, y las que no a menudo lo hacen imitando actitudes masculinas) intentamos ser discretas, no vaya a ser que nos juzguen, y muchos hombres siguen sintiendo la necesidad de ser los gallos del corral (y no les culpo a ellos sino al sistema).

Aitziber: ¡Que me revolucionas el blog! Entiendo tu sorpresa, pero bueno, piensa que ir a contracorriente no es fácil, tú lo sabes mejor que nadie. Yo seguiré dado la chapa hasta que la gente entienda que las relaciones de género son un elemento estructural que afecta a todo.

Txus: Sobre la parte del padre ya he opinado. En cuanto a las leyes, no creo que nadie defienda abolirlas. Lo que se pide es que se sustituyan los tres supuestos por una ley de plazos en la que no tengamos que dar explicaciones ni mentir (porque decir que el embarazo va a dañar a mi salud psíquica cuando lo que pasa es que no quiero ser madre ahora, es mentir).

Y en cuanto a las alusiones, creo que tú lanzas ideas, otras posibilidades, para evitar que me vuelva más fundamentalista de lo necesario. Pero Aitziber no te conoce y no sabe esa afición tuya de tocar las pelotas aunque estés de acuerdo.

chicoutimi dijo...

Esta mañana he salido de casa perseguida por cien demonios, tras escuchar en la radio que han aparecido dos mujeres muertas más a manos de sus parejas (y van siete ya), y después que el obispo de Valencia pone a la misma altura la guerra, el terrorismo y el aborto.
Yo estoy harta ya!
Lo siento por quien le pese, pero la experiencia de la maternidad nunca, jamás, se podrá equiparar a la de la paternidad, ni en intensidad, ni en riesgos, ni en renuncias; ni en el plano fisiológico, psicológico o social. Sin irme lejos, esto es más o menos para mi marido pensar en tener un hijo: "se acabarán los fines de semana, los viajes, descansar por las noches...pero a qué estamos esperando?"
Esto es para mi: "Ahora tengo una beca de investigación, si me quedo embarazada la pierdo. Puedo esperar al final de la beca, pero si vuelvo a España con un bombo, a ver quién me contrata? Puedo esperar a encontrar trabajo, pero si me quedo al poco, me despiden..." Y éste es el menor de los problemas.
La pareja tiene que tener un plan común, cierto, pero cuando se haya decidido que se va a tener un niño. Pero la última palabra al respecto la debe tener la persona cuya vida real y radicalmente cambiará, y esa es siempre la mujer.
Ley de plazos ya! Basta de criminalizar a las mujeres por querer decidir sobre SU vida! Y como observa June acertadamente, reconocer un derecho no obliga a quien no quiera a acogerse a él.
Respecto al miedo...qué bien lo sabes! Yo creo que a todas nos han temblado alguna vez las piernas al volver a casa. Y, como bien dices, June, qué triste es que esta sociedad asuma que vivamos con ese miedo.
Son cosas que pasan, no?
Que se lo pregunten a las siete mujeres muertas en enero.

chicoutimi dijo...

Esta mañana he salido de casa perseguida por cien demonios, tras escuchar en la radio que han aparecido dos mujeres muertas más a manos de sus parejas (y van siete ya), y después que el obispo de Valencia pone a la misma altura la guerra, el terrorismo y el aborto.
Yo estoy harta ya!
Lo siento por quien le pese, pero la experiencia de la maternidad nunca, jamás, se podrá equiparar a la de la paternidad, ni en intensidad, ni en riesgos, ni en renuncias; ni en el plano fisiológico, psicológico o social. Sin irme lejos, esto es más o menos para mi marido pensar en tener un hijo: "se acabarán los fines de semana, los viajes, descansar por las noches...pero a qué estamos esperando?"
Esto es para mi: "Ahora tengo una beca de investigación, si me quedo embarazada la pierdo. Puedo esperar al final de la beca, pero si vuelvo a España con un bombo, a ver quién me contrata? Puedo esperar a encontrar trabajo, pero si me quedo al poco, me despiden..." Y éste es el menor de los problemas.
La pareja tiene que tener un plan común, cierto, pero cuando se haya decidido que se va a tener un niño. Pero la última palabra al respecto la debe tener la persona cuya vida real y radicalmente cambiará, y esa es siempre la mujer.
Ley de plazos ya! Basta de criminalizar a las mujeres por querer decidir sobre SU vida! Y como observa June acertadamente, reconocer un derecho no obliga a quien no quiera a acogerse a él.
Respecto al miedo...qué bien lo sabes! Yo creo que a todas nos han temblado alguna vez las piernas al volver a casa. Y, como bien dices, June, qué triste es que esta sociedad asuma que vivamos con ese miedo.
Son cosas que pasan, no?
Que se lo pregunten a las siete mujeres muertas en enero.

Itsaso dijo...

Siento que me opinión te fruste, pero yo no veo relación entre el hablar mas o menos en alguna situacion con ser mujer o hombre. En mi clase en la ikastola participaban por igual chicas y chicos, los chicos azlando más la voz, eso lo llevan por naturaleza segun tu, pero todos cedian la palabra. Lo mismo en la facultad, pero aqui teniendo en cuenta que las mujeres eramos mayoria pues tiene su lógica. Quizás mi entorno no ha sido tan diferenciador como el tuyo.

Y no creo que nos eduquen opuestamente, eso va cambiando por suerte, si no en las aulas de las ikastolas no habria cocinas, ni casetas, ni muñecas para toda la clase.

June Fernández dijo...

Chicoutimi: Gracias por tu comentario, que me parece espléndido. Espero que los ejemplos tan duros y habituales que citas hagan pensar a algunos y algunas.

Itsaso: Puede que tú hayas tenido la suerte de crecer en un entorno más igualitario. Y, en fin, si no ves la relación, lo respeto.

NáN dijo...

Mis respetos, Chicoutimi. Lo has explicado con una claridad brillante. De quién es cada derecho. Porque hemos de luchar por la igualdad, pero tocándole a cada uno la parte de igualdad que le corresponde por su responsabilidad. Ante un posible embarazo, tu responsabilidad y la de tu marido son absolutamente diferente: tuyo sería, pues el derecho a tomar las decisiones. Otra cosa, y el debate será largo, es que no tenemos que ser iguales-iguales en la vida, porque unos y otros somos diferentes. Como tampoco quiero que el mundo sea una aldea global en la que en una ciudad de Afganistán encuentres los mismos establecimientos de cadena que en Nueva York. Por eso los derechos deben ser ajustados a lo que cada cosa representa cada uno. Y si tiene que haber discriminación positiva en la etapa de transición, que la haya.

chicoutimi dijo...

Totalmente de acuerdo, NáN. Se sigue confundiendo la igualdad (de oportunidades y derechos, no debería seguir siendo necesario especificar) con la uniformidad.