«Nuestra lengua es nuestra vida», de Alba Eiragi
-
3 Poemas y 1 historia sagrada de Alba Eiragi
lunes, septiembre 07, 2009
El pudor también es machista
Imagínate que tú, mujer europea, viajas a un poblado africano para realizar una investigación antropológica, escribir un reportaje o participar en un proyecto de cooperación al desarrollo. Nada más llegar, te indican que, si quieres integrarte, debes utilizar la vestimenta local, lo que implica llevar el pecho desnudo. ¿Cómo te lo tomarías? ¿No sería un palo? ¿No reivindicarías tu derecho a convivir con esa comunidad desde el respeto a la diferencia? Puede que algo parecido sea lo que sienta una inmigrante musulmana cuando se le insta a quitarse el velo.
La comparación no es mía, sino del profesor Jorge Magfud, quien la plantea en un artículo de opinión publicado en Gara. Todas las comparaciones son odiosas y no me atrevo a defender ésta, pero me parece una provocación interesante y estimulante para replantear el hiper manido debate del velo. Ojo: no hablo del burka, que me parece otro cantar del que ya hablaremos otro día, sino del pañuelo que sólo cubre el cabello y no el rostro ni el cuerpo.
Sabéis mi opinión: el velo no es el problema, sino el síntoma. El machismo es un problema universal que lastra a la humanidad. Ese mismo problema adopta unos síntomas u otros en cada sociedad: por ejemplo, la anorexia y los accidentes de tráfico en la nuestra; la lapidación de mujeres adúlteras en Nigeria; el aborto selectivo en China... Me parece estéril entrar a comparar cuál de esas realidades es más dramática u oprime en mayor grado a las mujeres. Me parece más práctico reconocer el problema global y atajarlo para que vayan desapareciendo con él todos los síntomas. Tal vez sea utópico, pero es lo que pienso. Y lo importante de entender el velo como un síntoma y no como el problema es que evita que machaquemos a quienes deciden llevarlo. Es decir, que una vez más, la responsabilidad y ese concepto tan cristiano que es la culpa, recaiga sobre las mujeres y entremos en la contradictoria dinámica de victimizarlas y culparlas al mismo tiempo.
Cuando escuchamos a una parlamentaria europea de origen árabe y de fe musulmana afirmar que el velo la hace libre nos llevamos las manos a la cabeza y pensamos que tiene un síndrome de Estocolmo de caballo. Sin embargo, lo que está expresando es que, dado que en su cultura (machista) se le otorga un gran erotismo al cabello, se sentiría sexualizada si lo mostrase. En nuestra cultura (machista) los pechos son una de las zonas más sexualizadas. Por ello, si en esa tribu africana viviéramos en top-less, sentiríamos que los hombres no nos miran más que a las tetas.
¿No es la misma raíz? En ambos casos, una cultura patriarcal mantiene a las mujeres sexualizadas, reducidas a objetos de deseo (no sujetos) para disfrute de la mirada masculina. En un caso, el deseo se concentra en el cabello, y en otro en las tetas. Desde luego que es discriminatorio que las mujeres árabes tengan que (o al menos se les eduque para) cubrir su cabello en público. Pero también lo es que las mujeres occidentales tengan que ocultar sus pechos. Imaginaros otra situación: comida popular en las fiestas del pueblo, en agosto. 40º a la sombra y los hombres en seguida empiezan a quitarse la camiseta. A ver quién es la guapa que osa ponerse en sujetador; no te digo ya en tetas. ¿Y eso por qué? Porque somos las hijas de Eva, la tentación personificada. Enseñar los pechos es provocar al macho.
Ya digo que no comparo. Existen mujeres asesinadas por haber osado quitarse el velo. ¿Que le ocurriría a la mujer que se pone en tetas en una romería? Se le tacharía de loca, fresca, se le humillaría y acosaría. Por otro lado, en esta sociedad se siguen escuchando comentarios (más o menos convencidos) como que: "Y luego se quejan de que hay violaciones: ¡si van vestidas como putas!". El nivel de represión varía de una transgresión a otra pero, repito, me parece más enriquecedor reconocer todas las caras del machismo sin empecinarse en medir cuál es más dramática.
De lo contrario, resultará que casi siempre nos parecerá que la más dramática es la que sufren las otras. Nosotras siempre nos sentiremos más libres. Necesitamos aferrarnos al burka como las del burka necesitan aferrarse al bótox y la bulimia. Es humano, supongo.
En la imagen, una escena de Persépolis, película (y cómic) imprescindible para reflexionar sobre las mujeres en Oriente y Occidente.
(Este post va dedicado a Tomara, con quien he mantenido una interesante discusión antes de animarme a publicarlo. ¡Opina, lindo!)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Honestamente querría dar un comentario inteligente, vivaz, coqueto e irrepetible, pero...ya que me hallo afiebrada y con el cerebro embotado a medidas alarmantes tanto que hace más de dos horas que me llevo diciendo "duérmete" sin hacerme siquiera caso....solo podré decir:
"pues claro! Te doy el amén aunque luego anadiré un rezo. Síntomas miles, excusas para ellas....pues hasta por gusto".
Atte,
Irethsue
pues si, efectivamente me ha gustado un montón, aunque tendencias a generalizar pues todas,¿habría que preguntarles?. Una cosa no quita la otra, igualmente comparto esta opinión. Gero egongo gara! pa!
Gracias por tu comentario, Irethsue. Por algún motivo, no soy capaz de entrar en tu blog. Me quedo con las ganas.
Patxo bat zuretzat, polittori!
Publicar un comentario