Estos días cumplo 3 años de Puntos suspensivos. Ya véis que no estoy en mi momento más bloguero, hasta el punto de no apetecerme soplar velas, hacer grandes balances ni homenajes como otras veces. Estoy intentando que la brisilla del mar me carga las pilas para recuperar el ritmo en septiembre.
Me ayuda en ese buen propósito la entrada que Nán publicó recientemente. Estoy segura de que os identificaréis con mucho de lo que dice: la mezcla de cansancio, inseguridades e ilusiones que marca nuestra vida bloguera. Os pego la segunda mitad, pero os animo mucho a leer la entrada completa. Es sobre todo una excusa para que hablemos de cómo nos sentimos en esta aventura que compartimos. ¿Qué mejor forma de celebrar estos tres años?
Me ayuda en ese buen propósito la entrada que Nán publicó recientemente. Estoy segura de que os identificaréis con mucho de lo que dice: la mezcla de cansancio, inseguridades e ilusiones que marca nuestra vida bloguera. Os pego la segunda mitad, pero os animo mucho a leer la entrada completa. Es sobre todo una excusa para que hablemos de cómo nos sentimos en esta aventura que compartimos. ¿Qué mejor forma de celebrar estos tres años?
La fatiga del blogo
Yo me meto en la blogoesfera a aprender del ser humano y a tender puentes. Cuando me los cortan del otro lado o los convierten en levadizos, ahora lo bajo o ahora lo subo, noto que me han cortado un pedacito de mí. Pero lo cierto es que tendemos a cansarnos: todos. A dudar de lo que estamos haciendo. Los porqué, para qué, cómo, cuándo. Toda esa mierda que nos hace temer que nos estemos mirando el ombligo y nos lleva a abandonar las acciones para, ahora sí de verdad, quedarnos inactivos mirándonos el ombligo y los dedos de los pies. Hay también causas“razonables”; como la mía, je, jé: he ampliado tanto el campo que por falta de tiempo me cuesta seguir a los que quiero seguir. Y luego, razón real, el prudente abandono del puesto de trabajo como avanzadilla de la lectura y el comentario de “mis” blogs. Contra eso no se puede decir nada: baja el tiempo dedicado. Personalmente, el jersey deja de “dar de sí” y empieza a quedarnos ridículo, con la panzota oprimida y esos brazos que no deberían seguir creciendo pero crecen (o la lana se apelotona y mengua). Pero dudamos y nos dejamos afectar por ese ataque implacable que suelen lanzarnos algunos, que es el segundo subtema: El exhibicionismo de los blogos
Hasta llegamos a creérnoslo, nos da miedo y nos cortamos. Pues bien: en todos los blogs “míos”, o sea en los vuestros, encuentro un puntito de aprecio de uno mismo. ¿Qué se podía esperar? Pero no hay una exhibición de “pero qué chulo/chula soy”. Habrá de esos, pero no me he enganchado a ninguno. Somos personas que comunicamos bastante lo que somos, muchas veces aventando los fallos. O comunicamos nuestra literatura, que es parecido a empelotarse. ¡¿Y qué?! Por eso nos conocemos y queremos. Los elogios, a veces excesivos, suelen venir en los comentarios. ¿Qué tiene de extraño? Hablando de mi experiencia, por cada uno que frecuento hay 20 que he conocido y rechazado. ¿Cómo no voy a adorar a aquellos que he elegido? Cuando comento, lo hago llevado por el cariño pero también por el entusiasmo fundamentado: es como releer a tus autores favoritos, pero en unas dosis tan pequeñas que no te cansas. Cada uno es como es, pero se encuentran los que tienen que encontrarse. Apuesto a que, en mayor o menor grado, sois como yo: desde hace mucho tiempo mi acción favorita ha sido la conversación con amigos, contarles cómo eres, lo que te pasa, discutirlo. Y a cambio, hacer de voyeur y que me contaran, tratar de llegar a las fibras más interiores que pudiera. Era así y serlo me ha hecho más así todavía. ¿No es esto lo que hacemos en los blogs? Entonces, ¿qué tontería es esa del exhibicionismo y el voyeurismo? Nuestra naturaleza es la comunicación, lo que me lleva al tercer subtema: La amistad de los blogos
Y me refiero a una amistad real, a abrazos virtuales que a veces se han hecho realidad. De la blogosfera procede la mayor parte de mis amigos. Amigos reales. Cuando les pasa algo me inquieto y les escribo, y cuando me notan “bajo” hacen lo mismo. Los encuentros físicos han sido todos felicísimos, sin excepción. Me siento acompañado y sé que os pasa lo mismo a vosotros. Es una verdadera bendición. A lo que se une una mejora real y constatable de nuestra escritura. ¿Qué da más? Conclusión
No puede ser otra que aceptar los cansancios cuando se producen. Bajar el ritmo o desaparecer un tiempito para coger fuerzas. Pasa lo mismo con los amigos reales (y con los escritos reales que hacemos fuera del blog). A veces tendemos a la soledad y la introspección. Pero la clave de tantas cosas buenas se resume en una palabra: persistencia.
3 comentarios:
A pesar de que últimamente estás poco activa, celebro haberte conocido. Como sabes te sigo desde hace ya bastante y siempre ha sido agradable entrar en tu casa, donde he encontrado cobijo y entradas interesantes.
Por lo tanto, con o sin velas, te felicito por tu blog.
Un beso,
Salud y República
¡Bravo, June!
zorionak wapa!
para mi este espacio es una fuente de reflexión compartida, y un regalo, la verdad..
*esa camisetaa!!
muxu handi handi bat politte
Publicar un comentario