martes, octubre 10, 2006

Cuotas para la tercera edad


Ayer trataban en La mirada crítica un tema curioso: un colectivo de personas de la tercera edad han reivindicado que, al igual que se ha empezado a hacer con las mujeres, se garantice la presencia de personas mayores de 65 años en los partidos políticos. Aportaban como argumento estadísticas aplastantes. La media de su presencia es de aproximadamente un 3% mientras que el colectivo constituye creo que casi un tercio de la población.

He estado siempre en contra de que haya presidentes del gobierno o de comunidades autónomas octogenarios. Veo igual de mal el caso de Fraga, que el de Fidel Castro o el de los Papas. Dudo, no de su capacidad intelectual, pero sí de que estén en pleno uso de sus capacidades mentales. En el libro "Por qué no me enseñaste como se vive sin ti. Diario de un corresponsal de TVE en La Habana", el autor, muy alejado del anticastrismo de Miami, aseguraba que el mandatario tenía patinazos cada vez más frecuentes en sus discursos, parecía perder el hilo del discurso o acusaba pérdidas de memoria.

Por el contrario, sí que valoro la experiencia y la sabiduría que los años aportan a las personas ancianas, por lo que veo interesante su presencia en los partidos como asesores.
En el programa de televisión mencionado, un tertuliano comparó de manera catastrófica la paridad con las demandas de este colectivo. Lo que yo hubiera contestado lo explicó a la perfección otra tertuliana: las mujeres no son un colectivo, son más de la mitad de la población mundial, y son la mitad de los colectivos, incluido el de ancianos.

No entiendo (lo entiendo, es una forma de hablar) cómo molesta tanto a los hombres que un gobierno atienda por fin a las demandas de igualdad. Son constantes los intentos de atacar estas iniciativas o eclipsarlas. Ese tertuliano no se calló tampoco otra burrada: que el panorama político se volvería absurdo si todos los colectivos hicieran las mismas reivindicaciones que los hombres.

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