«Nuestra lengua es nuestra vida», de Alba Eiragi
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3 Poemas y 1 historia sagrada de Alba Eiragi
jueves, septiembre 14, 2006
Socialización y violencia
Hay una canción de Barricada que no falta nunca en las verbenas. No sé cómo se llama ni me he parado a pensar en qué narra la letra, pero es inevitable cantarla a pleno pulmón. El estribillo dice lo siguiente: “Estás asustado. Tu vida va en ello. Pero alguien debe tirar del gatillo”. Puede hablar de un delincuente común, de un guerrillero, de un soldado, de otros cientos de personajes que recurren a la violencia. Pero en todas las verbenas hay un grupo de personas más o menos numeroso que incluyen una terrorífica coletilla: “Alguien debe tirar del gatillo: ETA, ETA, ETA ETA ETA”. Ahora, cada vez que se me viene a la cabeza esa canción que tanto me gustaba antes, no puedo evitar sentir un escalofrío. La gente que grita eso pocas veces supera los dieciséis años.
El sábado fuimos unos cuantos del grupo de danzas vascas en el que bailo a fiestas de Bermeo y se nos unió una chica de quince años que acaba de dejar el grupo infantil para unirse al nuestro. Cuando los de la verbena de turno cantaban la canción, la chica (que apenas nos conoce) empezó a gritar ETA ETA buscando nuestra complicidad. Al encontrar gestos de reprobación se quedó cortada y se fue de nuevo con sus amigas. Eso me hizo pensar algo terrible: Ese ETA ETA no responde a un convencimiento político sino a una forma de socializarse. Está visto que cantar consignas de ese tipo mola. No creo que una niña dulce y simpática, en la que no se ve un atisbo de odio u amargura, pueda estar convencida de que es necesario asesinar a sangre fría a cientos de personas para liberar Euskal Herria.
Sería injusto responsabilizar a los propios menores por esto. Habría que responsabilizar, por ejemplo, a la cantante de uno de los grupos más presentes en las fiestas de los pueblos, Amaiur, que en esa misma canción, en vez de “nunca tendrán las armas la razón” ella canta “siempre tendrán las armas la razón”. Habría que responsabilizar a esos padres que desde que sus hijos son pequeños les trasmiten el odio por haber estado en la cárcel, por haber tenido familiares asesinados por la represión franquista o por el GAL, por sufrir agresiones policiales en las manifestaciones…
Pero también habría que responsabilizarnos a todos los que componemos la sociedad vasca por permitir que un halo de romanticismo siga envolviendo a una organización terrorista cada vez más sanguinaria. No cabe duda de que hemos reaccionado tarde, que en parte todavía no queremos creernos que ese sector de la sociedad sea tan fanático. Prueba de ello es que en el 11-M la gente quería creer que los autores fueron de Al-Qaeda para poder seguir pensando que ETA no es capaz de provocar masacres.
También deberíamos preguntarnos qué ocurre con los adolescentes para que necesiten meterse o identificarse con bandas violentas. Si no es la kale borroka son los neonazis y si no los latinkings, pero en todos los lugares, clases sociales y etnias de nuestro país hay un cierto número de jóvenes que acuden a las bandas violentas buscando explicaciones simplistas (pero explicaciones al fin y al cabo) para entender un mundo adulto en el que se sienten asustados y desorientados.
No hay foto porque no he encontrado ninguna que tenga sentido poner
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