La ley de Identidad de Género promovida por el Gobierno de Zapatero se presentó como una norma pionera y progresista a más no poder. Es cierto que supone un avance, puesto que permite realizar el cambio de nombre a personas que decidan no someterse a la operación genital que, en el caso de las mujeres biológicas que viven en el género masculino, es especialmente peligrosa, cara e insatisfactoria.
Sin embargo, mucho queda por lograr. Para tramitar el cambio de sexo, las personas transexuales tienen que haber pasado dos años de hormonación, haberse sometido a terapia psiquiátrica y tienen que acreditar la disforia de género, una patología psiquiátrica que consiste en sentir aversión por tu propio cuerpo. La transexualidad está incluida desde 1973 en los catálogos internacionales de enfermedades, como también lo estuvo la homosexualidad. Es decir: para que una persona pueda vivir en el género que siente como suyo, tiene que agredir su cuerpo con hormonas sintéticas, pedir permiso a la psiquiatría y reconocer que tiene una patología médica, que está enferma y trastornada. Hoy me encuentro en el periódico con que para pedir ayudas para realizar cambios de sexo, el departamento de Asuntos Sociales del Gobierno vasco (lo lleva Ezker Batua) exige acreditar disforia de género.
Muchas personas progresistas, nada sospechosas de ser homófobas, me han dicho que no entienden la transexualidad, cómo una persona puede rechazar su cuerpo y agredirlo para cambiarlo. La cuestión es que esa agresión no es voluntaria, sino impuesta por ley y por la rigidez de sexos y géneros que articula esta sociedad.
El concepto de género lo inventó un médico que realizaba reasignaciones sexuales a bebés intersexuales. Para combatir la evidencia biológica de que los cuerpos no son sólo femeninos o masculinos, el médico creó la categoría de género de manera que, desde entonces, se realizan operaciones genitales a los bebés para que se ajusten a los dos únicos géneros que admite esta sociedad. Me parece una barbaridad que se realicen castraciones a bebés que no tienen capacidad de decidir para meterles en el corsé de los géneros. Os recomiendo que veáis la película argentina XXY, sobre una adolescente hermafrodita que se cuestiona si el género femenino que le impusieron al nacer es el que siente suyo.
Frente a esa rigidez, hay muchas personas reivindicando la multiplicidad de los sexos y el respeto a la misma. Las hay que, socializadas en un sistema que no les informa sobre esa multiplicidad, se someten al proceso que marca la norma. Es una decisión valiente y dura que merece todo el respeto. La prueba de la vida real que exigen algunos psiquiatras, que consiste en vivir dos añs como el sexo no biológico antes de empezar el tratamiento hormonal y quirúrgico (es decir, ir por la vida presentándote como Luis con unas tetas enormes) es una brutalidad que bien puede desencadenar una patología real (estrés o depresión como poco). También hay personas que se rebelan y que nos dicen que pueden ser mujeres sin pechos y con pene; hombres con vagina, pechos y sin barba, porque así se sienten y así lo deciden. Hay quien da un paso más y se niega a entrar en la categoría de mujer o en la de hombre, definiéndose como transgénero.
¿Por qué algo tan íntimo como la identidad de género es un asunto de Estado que tiene que ser regulado? ¿Por qué, como se pregunta Beatriz Preciado en Testo Yonqui, no hay trabas para operarse la nariz pero hay que seguir un interminable protocolo médico, psiquiátrico y legal para operarse los genitales? ¿Por qué me puedo cambiar de nombre y ponerme Penélope pero no Imanol? Porque la posibilidad de que cada cuál sea libre de desarrollar su sexualidad y construir su identidad de género es todo un atentado al sistema heteropatriarcal. Imaginad que, en un mundo en el que los hombres siguen ostentando el poder, haya un acceso libre a la testosterona sintética, y cualquier mujer se pueda convertir en hombre. Por ello, el propio Preciado relata en Testo Yonqui su experiencia de toma de testosterona, no como un proceso de cambio de sexo sino como un acto de terrorismo de género por parte de una persona a la que se le ha impuesto ser mujer cuando nunca lo ha sentido, y a la que se le da como única alternativa ser hombre tras pasar por procesos médicos, psiquiátricos y legales.
Todo ésto igual os resulta muy ajeno, pero pensad por un momento en el sinfín de actos cotidianos que hacéis para ajustaros al género que os han impuesto y que ya tenéis normalizados. Por ejemplo, quitarse esos pelillos de la cara que no son propios de una mujer. ¿Cómo es que algo que tienen la inmensa mayoría de mujeres no es propio de ser mujer? Si sumamos las personas que nacieron hermafroditas; las personas transexuales y transgénero; los hombres que sienten que no encajan con el modelo hegemónico de hombre; las mujeres que se revelan ante los valores femeninos que se les imponen... ¿Seguro que es tan natural e inamovible pensar en que sólo podemos ser hombres o mujeres? Creo que estas reflexiones no son sólo interesantes para las personas transexuales, sino que resultan liberadoras para todas, para entender que tanto el género como el sexo son construcciones sociales, performatividades (como dice Judith Butler, principal referente de la teoría queer) impuestas.
El colectivo Guerrilla Travolaka es un grupo activista político que defiende estos principios de libertad personal. Ante la disforia de género, su lema es ¡euforia de género! En su web podéis ver unas magníficas fotografías que rezan otros lemas como "¿Qué tienen de masculinas mis cicatrices?". Se presentan así:
Ni homes, ni dones. Ni disfòrics, ni transtornats, ni transsexuals. Només som guerrilleres o guerrillers segons el moment. Pirates del gènere, buscadors de tresors. Som Trans-resistents, Trans-guerrilleres, Trans-ciutadanes, Travolakes, Drag-Kings i DragQueens. Dissidents de l’heteropatriarcat.
Y por si alguien sigue pensando que es necesario tener pene para ser hombre, ¿no os parece que éste de la izquierda es un hombre? Es Lazlo Ilya Pearlaman, actor y director de teatro transexual que nos deleitó en el seminario Feminismopornopunk con unas maravillosas performances en las que, tras exhibir toda su masculinidad, se desnudaba y mostraba (para sorpresa de las mentes prejuiciosas que esperábamos encontrarnos con un gran pene) orgulloso su vagina.
14 comentarios:
Una aclaración: no estoy en contra ni mucho menos de la cirugía estética y de las hormonas. Me parecen tecnologías útiles y positivas siempre que las personas no estén presionadas (por ejemplo, las mujeres con poco pecho a ponerse silicona para ser más mujeres) u obligadas (el caso de la hormonación para quienes quieren tramitar el cambio de sexo).
Bueno reflexión, mu buena.
A mi me pone de todo, las tias con polla, los tíos con coño. las lesbianas los maricones...
los que menos me ponen son los normales...
el borja
Construir categorías es necesario, de igual modo que es necesario estudiar sus interconexiones como método para llegar a un entendimiento global. El centro del universo "género" debería radicar en la pobremática que supone la bipolaridad de entendimiento por parte de esta sociedad, no en su nomenclatura. Esto es, los rasgos que se aplican a lo femenino y lo masculino hoy, ya existían mucho antes que la palabra, y así ocurre con todos los términos. No sé si pensaréis como yo, pero creo que sería más acertado trabajar desde lo masculino y lo femenino.
Algo así como la palabra patrimonio, que es otra invención biopolítica anclada en el machismo más absoluto y que la sociedad se está encargando de redireccionar. Puede ser que si llegamos a entender que lo masculino no va ligado axiomáticamente al hombre, o lo femenino a la mujer, sin perder en cierta manera el significado de masculino y femenino, consigamos que no parezca un ataque a los que se consideran muy masculinos y muy femeninos y logremos el mismo efecto, comenzar a entender la pluralidad de géneno, que es lo realmente importante.
June, me ha encantado el texto.
¿Por qué, como se pregunta Beatriz Preciado en Testo Yonqui, no hay trabas para operarse la nariz pero hay que seguir un interminable protocolo médico, psiquiátrico y legal para operarse los genitales?
Esta reflexión lo dice todo.
June, ando de ciber y fuera todo el día, pero me ha encantado parar a leer este estupendo texto.
Un texto con más luz que mil bombillas encendidas.
Besos,
M
ARGI GERATU ZAIT
todo es un invento
en este caso patriarcal
BErriro ere pila disfrutatu dut zure testua irakurtzen, Aquí va otra reflexión en la linea de que todo es un invento y que somos marionetas: El dinero --centro del sistema capitalista neoliberal en el que vivimos dependientes-- NO EXISTE! El dinero fisico que utilizamos en nuestro día a día es tan solo un 1% del dinero mundial al que estamos sometidas.http://www.ecologistasenaccion.org/spip.php?article1070
Me encanta leerte! No controlo mucho el tema y soy de las que siento (más que pienso) que aquella persona que quiere/necesita transformar sus genitales para "adaptarse" a una identidad que le satisface más, se autoagrede. Con tu artículo entiendo que las personas transexuales sólo optan por esas operaciones porque la ley se lo exige?
Gracias a todas (y al Borja, uno de los kings de mis ojos).
Chus, sigo dando vueltas a tu reflexión. Se me escapa. Es decir, respetaríamos a una mujer masculina y a un hombre femenino porque no serían rasgos inherentes a ser hombre o mujer... Me parece una propuesta muy interesante, pero ya te digo que se me escapa.
Ze interesgarria Aitziber. Se ve que hoy todo es ficción, performatividad... Hasta el dinero, que se supone que es la nueva religión.
Persona anónima: Gracias por tus palabras. No estoy diciendo que la gente se opere sólo porque lo dicta la ley. Estoy diciendo que no es una decisión libre porque está condicionada por esa exigencia legal y por habernos socializado en un sistema que te impone definirte como hombre o mujer y, tomada esa decisión, te hace pensar que no estás "entero/a" si no tienes los genitales correspondientes al género. Si no hubiera esos condicionantes, estoy segura de que mnuchas personas se operarían, pero sería una decisión libre e informada.
June, lo que quiero decir es que soy consciente de la injusta sociedad que categoriza a su antojo para generar estratos de poder; pero que creo que se puede eliminar un estrato de poder sin eliminar todo lo que la sociedad había utilizado para designarlo (como creo que se destila de lo que escribías, corrígeme).
Puede que para mí sea más fácil entender que un día puedo ser masculino, otros femenino y otros yo mismo, ni masculino ni femenino, que entender que no puedo ser masculino o femenino, porque simplemente son imposiciones de una sociedad capitalista y patriarcal; sobre todo porque muchas veces me siento masculino, masculino como se entendía ya en siglos pasados.
Aclaro: no he hablado de la parte política del asunto porque somos de una opinión y tú lo expones mucho mejor, vamos que digo lo que tú dices. Intento ajustarme a mi visión del mundo, que es un tanto deforme, y a mi viciada intención de parecerme a las personas que me gustan, sin que sufra ningún ser humano por ello.
Claro, Chus, si yo creo que la teoría queer no sirve para renunciar a lo masculino y lo femenino, sino dejar de verlo como algo impuesto que te toca al nacer, y verlo como disfraces que te puedes poner cuando quieras, ¿no? O como habilidades y recursos que llevamos dentro y que podemos explotar cuando queramos. Yo lo quiero vivir así: hay días que me siento femenina, otros masculina, y explorar todas esas posibilidades me parece de lo más enriquecedor. Como apuesta vital, no política, como bien dices.
Como no controlo mucho del tema y encima de estos no conozco personalmente a ninguno he preferido esperar agazapado y leer opiniones antes de hacer una valoración.
El problema es que despues de leeros tengo más dudas aun que al principio.
En la comparación con la nariz sigue habiendo algo que me corroe. Sé que operarse la nariz no es ilegal, simplemente si quieres que lo pague la seguridad social tiene que ir avalado por un médico. Yo pensaba que los genitales eran igual, si me lo pago yo no hay problema y si quiero que me lo pague la seguridad social me lo debe avalar un medico. ¿No es asi?
He preguntado a un colectivo trans y me ha confirmado que no es así. Para realizar una operación genital de cambio de sexo con un médico privado, hay que acreditar un mínimo de dos años de hormonación y de terapia psiquiátrica, y algunos te exigen la prueba de la vida real.
No hemos hablado, por cierto, de la mal llamada objeción de conciencia. Además, en el sector privado hay menos control, así que hay muchos casos de operaciones mal realizadas (sobre todo reducción de mamas e implantes de pene) que dan lugar a antiestéticas cicatrices (de ahí el lema de Guerrilla Travolaka) y todo tipo de complicaciones sexuales y de salud.
June acabo de leer tu artículo en Rebelión. Estupendo, pues eso que te lo quería decir.
Besos,
M
Un post muy informativo. Que el Estado regule que para cambiar a lo que sientes que eres tienes que aceptar que padeces una patología es una barbaridad que desconocía.
Por otro lado, me da lo mismo cómo es cada cuál, o que se hormone, se machaque en un gimnasio, languidezca en uns biblioteca o parctique bailes regionales. Es el ser social unido a otros, coartando las libertades individuales que no dañan a los demás, lo que me preocupa. Los grupos pueden gustarme o no, pero eso no cambia nada.
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