«Nuestra lengua es nuestra vida», de Alba Eiragi
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3 Poemas y 1 historia sagrada de Alba Eiragi
domingo, diciembre 16, 2007
A vueltas con el género
Son muchas las personas a las que el concepto género les desagrada porque la consideran abstracta y vacía de contenido. Guillermo Pardo preguntaba en el post anterior, "¿por qué lo llamarán género, como la pana o la categoría gramatical?". Yo no soy experta en estos temas así que me parece algo pretencioso intentar dar una explicación. Pero me apetece contaros cómo lo entiendo yo, con la esperanza de que expertos en el tema como Tomara!, Lucía Martínez Odriozola o Ritxar (¡o Aitziber!) corrijan, maticen o enriquezcan mis apreciaciones.
Yo distinguiría tres escenarios en los que se suele plantear este debate:
1. Sustituyendo en cualquier contexto al concepto "sexo".
2. Al referirnos a la perspectiva o visión de género, o a los estudios de género.
3. Al hablar de violencia de género.
Así que vayamos por partes:
1. El sexo es biológico (la RAE le llama "condición orgánica") y el género tiene que ver con la identidad y la construcción social. En Wikipedia se desarrolla esa idea: "En las ciencias políticas y sociales, hay autores que ya en el siglo XX diferencian entre sexo y género; asignando lo primero a una realidad biológica y lo segundo a una creación social". "Algunas publicaciones de principios de siglo XXI, como la obra de Judith Butler (El género en disputa, Deshacer el género), parecen afirmar que el género en sí no existe; cuestionando la obra de Freud, la Teoría queer y el feminismo, se pregunta hasta qué punto las conductas que diferencian a los hombres y mujeres son biológicas o sociales. Las marcadas diferencias de género quedan vinculadas así al machismo".
La división hombre-mujer es un planteamiento limitado que deja fuera un buen número de realidades como la transexualidad, la intersexualidad o las corrientes queer. En ese sentido, me parece un término más libre, por decirlo de alguna manera, porque reconoce que cada cuál pueda desarrollar su propia identidad, saliéndose si así lo siente de ese binomio tan simplista.
2. Por lo tanto, aunque personas no familiarizadas con el concepto puedan no entenderlo, cuando se trata de estudiarlo, debatirlo, o trabajarlo desde redes como la de las periodistas con visión de género, me parece el término adecuado. Por un lado porque no se ciñe a categorías biológicas y, por otro lado, porque está ligado y condicionado por las construcciones sociales, los roles, los estereotipos, el sistema machista, etc.
3. En cambio, a mí no me gusta nada el término 'violencia de género'. Un tema tan serio requiere un lenguaje lo más gráfico y contundente posible. Hay que dejar claro que estamos hablando de agresiones, violaciones y asesinatos a mujeres por el hecho de ser mujeres, que no se explican sin atender a las desigualdades existentes y sin analizar las relaciones de poder. 'Violencia contra las mujeres' (en plural) sirve para eso, pero me gusta más aún 'violencia machista' porque define cuál es la raíz del problema. Sobre ésto debatimos hace poco en El bloc de notas.
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3 comentarios:
Yo me he resistido durante años a usar la palabra género para designar cuestiones que no encajan en la definición que la RAE hace de género y que, por otro lado, es la que mi madre o cualquier persona de más de 60 años tendría en consideración.
Este verano, definitivamente, me he resignado y he decidido adoptarla y utilizarla sin pudor ni remordimiento de conciencia.
Genero indica un concepto que acaso no esté bien expresado con esa palabra, pero que, de todas formas, apunta un concepto.
Quizá deberíamos haber luchado para expresarlo de otra forma, pero quienes proceden de una educación anglosajona nos llevan la delantera. Han expresado el concepto y han impuesto su palabra. Eso es viejo en los idiomas.
Sin ir más lejos, y en algo que nos duele mucho a los vascos, ETA ha impuesto la palabra zulo para designar un "lugar oculto y cerrado dispuesto para esconder ilegalmente cosas o personas secuestradas", según la RAE´, y según cualquier persona medianamente avezada en los medios de comunicación. Los liderazgos van por zonas y por intereses.
Y la lucha por la igualdad no es precisamente el fuerte de las sociedades que hablamos castellano. Si hubiéramos liderado esos movimientos, acaso habríamos impuesto un término distinto a género.
No ha sido así, ¿y?
Prefiero sumarme a la corriente que alienta un término ajeno a nuestro idioma, un término que los puristas se niegan a aceptar, que negarme a la aceptación del concepto y, con ello, a lo que reclama.
Soy feminista, y me alegro, y reclamo la igualdad de los sexos, o la igualdad de las personas, que no es lo mismo, peor es igual. Finalmente, reclamo la igualdad de género. A que me entiende hasta Pérez Reverte. Aunque haga como que no.
Y gracias por invitarme a este debate.
Querida amiga June, todo un placer volver por tu blog y leerte. Sabes que desde hace mucho tiempo somos fieles admiradores de tus ensayos y demás escritos. Así que aquí nos tienes después de tanto tiempo ausentes de la blogosfera, por los motivos que ya conoces.
En este caso, como en otros muchos, no podemos si nlo felicitarte por tu exposición de este tema, que sabes que nos apasiona. Compartimos tus puntos de vista a este respecto.
Muchos besos dobles desde Sevilla y hasta pronto.
JM y JC
Asumo la exposición que hace Lucía Martínez porque va en la línea de la expresión lingüística, así al menos entiendo lo que escribió, que es a lo que yo me refería en mi comentario, quizá, es cierto, en plan purista. Pero así actuamos quienes defendemos el mejor uso posible del español de España. De hecho, Lucía reclama "igualdad de sexos", no de géneros, y a eso justamente me refería cuando preguntaba por qué lo llaman "género, como a la pana o a la categoría gramatical". De la palabra inglesa "gender" se ha hecho, modernamente y por razones políticas, una traducción "lingüística" literal al castellano, que ya tenía una palabra para definir no sólo los sexos biológicos, sino también los referentes gramaticales, sociales y culturales. Y mucho me temo que "género" se utiliza más como modismo que como conjunto de realidades que afectan a personas de ambos sexos, como también mucho me temo que de un tiempo a esta parte la lengua,las lenguas, se usan más, en ámbitos como la política, para dividir que para comunicar. Mujer y hombre no son más que, por muchas vueltas que le demos, personas de distinto sexo, en la extensión amplia de la palabra, no sólo biológica. La Ley de Violencia de Género se llama así porque queda mejor políticamente hablando, pese al informe, no vinculante, de la Academia que recomendaba, en buen español, el uso del término "sexista" o incluso "machista", si no recuerdo mal. Pero los políticos, pocos de los cuales utilizan la lengua correctamente, prefirió mirar para otro lado y llamar género a algo que en amplias capas sociales de Galicia, por ejemplo, no se entiende si no es para hablar de mercancía (la pana a que me refería en mi comentario). Por eso, mal podemos contribuir a la concienciación social si no usamos el lenguaje de acuerdo con nuestra realidad cultural y lingüística, matizada muchas veces por términos ajenos que acaban confundiendo y laminando conceptos perfectamente enraizados. Estoy seguro de que si salimos a la calle y preguntamos a españoles mayores de 40-50 años qué es más condenable, si la violencia de género o la violencia machista o sexista, la mayoría se decantaría por lo segundo. Y tendrían razón porque, como dije, para ellos género significa otra cosa o no entienden esa palabra en ese contexto. Para mí también significa otra cosa, aunque, como dice Lucía, acabes por aceptar "otra realidad lingüística". Si de desigualdades sexistas hablamos, la cuestión de fondo para mí, sin embargo, no radica tanto en los usos lingüísticos como en las actitudes y comportamientos de los hombres hacia las mujeres (maltrato, vejación, asesinato...), producto de culturas y formas de educación machistas, que se manifiestan, entre otras cosas, a través del lenguaje.
Perdón por la extensión de mi comentario, pero creo que se hacía necesaria para aclarar mi postura en un asunto que me preocupa porque creo que hay mucha confusión debido al uso metalingüístico de las palabras, consecuencia, probablemente, del cada vez más globalizado mundo lingüístico.
Gracias June. Un abrazo.
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