«Nuestra lengua es nuestra vida», de Alba Eiragi
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3 Poemas y 1 historia sagrada de Alba Eiragi
lunes, enero 29, 2007
Vivir sin invierno (2)
Escribe Maite en El sabor de tu sonrisa en mis ojos: "Los arcoiris me hacen sonreir".
Si los bosques primarios se talan, si el terreno se desertiza, si la capa de ozono sigue reduciéndose, si no dejamos de emitir CO2 a toneladas, si nadie hace nada por parar el cambio climático, no llueve.
Si no llueve, no hay arcoiris.
Si no hay arcoiris, la humanidad (como Maite, como yo, como todas, como todos) se perderá millones de ocasiones de sonreir. No sólo eso, sino que sin arcoiris los osos amorosos y todos los seres mitológicos que haya podido imaginar todo el pueblo entorno ese fenómeno metereológico mueren y mueren con ellos una parte de nuestra infancia, de nuestra imaginación, de nuestra creatividad. Sin arcoiris ya no se hablaría de siete colores. Los gays y los pacifistas se quedan sin bandera.
Os pegaba el otro día las palabras de un Risto Mejide preocupado porque "con el fin del invierno se acaban las letras". Con el fin de la lluvia, en cambio, se acaba en mi opinión algo mucho peor: la primavera. El invierno es morir, pero la primavera es nacer. Con la lluvia y con el arcoiris nos quedamos sin amor, sin fertilidad, sin verde y, por lo tanto, sin "verde que te quiero verde", sin paseos en pareja bajo el paraguas, sin margaritas y, por tanto, sin "me quiere, no me quiere"...
Perdemos también la capacidad de asombro ante un cielo azul, una luna llena, las estrellas. Y sin ese asombro Silvio Rodríguez no hubiera escrito, por ejemplo, "yo digo que las estrellas le dan gracias a la noche porque encima de otro coche no podrían lucir tan bellas". Con el invierno muere Mozart, con la primavera muere una cuarta parte, la más recordada, de Vivaldi. Si la falta de frío mata la cara oscura del poeta, la introspectiva, la reflexiva, la aislada del mundo, la falta de primavera y arcoiris mata la otra cara, la enamorada, la apasionada, la que rezuma alegría de vivir.
Otro día hablaré de las mariquitas y las luciérnagas, que yo creo que ya están prácticamente en peligro de extinción y con ellas se nos ha ido otra considerable millonada de sonrisas.
No creo que a quien no le conmueve la destrucción de lo terrenal le conmueva la aniquilación de los sentimientos y sus expresiones, pero por intentarlo que no quede.
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1 comentario:
Esa entrada si que es cosa mia, aunque sobre ese tema seguro que hay mil textos por ahi :p
En este caso, el intento es bueno, pero como tu, no creo que a quien no le conmueva la destrucción del arco iris tampoco lo hará la de los sentimientos...
Besines!!
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